Procesos cognitivos de la interpretación y la traducción

by Han Mai
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¿Alguna vez te has preguntado qué sucede internamente durante el proceso de traducción e interpretación? Veamos primero la interpretación. Los procesos cognitivos de la mente y el cerebro de un intérprete simultáneo son intensos y todos ocurren casi al mismo tiempo. Las neuronas están actuando en todas las direcciones y activando diferentes circuitos de procesamiento cognitivo. El cerebro está literalmente «encendido», como dice un científico cognitivo ruso.

La interpretación consecutiva es diferente de la simultánea según la ciencia cognitiva, ya que las etapas de conversión del significado y reproducción son posteriores a la etapa de entrada y desciframiento del mensaje. Sin embargo, eso no facilita el proceso.

En la interpretación consecutiva, se activa una función cognitiva adicional: la memoria. Esta forma de interpretación depende bastante de esta función. Dado que el intérprete escribe signos y símbolos rápidos que representan temas, objetos y predicados, tiene que entender y recordar las conexiones lógicas entre los segmentos. La memoria de un intérprete bien entrenado puede retener grandes cantidades de información y recuperarla rápidamente mientras el intérprete está produciendo la comunicación en el idioma de destino. Esta memoria es de corto plazo: una vez que la tarea está terminada, la información se «borra» y deja espacio para nueva información.

El proceso de traducción es diferente de la interpretación porque se basa en el texto escrito. La traducción a la vista, aunque es oral, se considera parte de la traducción porque la información de entrada viene del texto escrito (y la memoria se activa de una manera diferente).

Cognitivamente, el proceso de traducción implica los mismos pasos importantes: decodificar la comunicación de origen, convertirla o volver a codificarla en el idioma de destino y producir la comunicación en el idioma de destino.

El proceso de traducción no usa tanto la memoria de corto plazo y de acceso rápido ni el procesamiento y producción de información simultáneos. Debido a que el traductor tiene el texto disponible y más tiempo para investigar antes de tomar decisiones de traducción, es posible que no tenga que retener una gran cantidad de información en su memoria a corto plazo. En cambio, está haciendo un trabajo más profundo. Esto se relaciona especialmente con cualquier contenido en el que el tema y el idioma requieran habilidades y aptitudes estilísticas. Siempre que se utilicen metáforas o figuras de estilo, la tarea del traductor es buscar los campos asociativos, el arsenal simbólico y las metáforas culturales existentes en el idioma de destino para elegir un equivalente o, si no se puede encontrar (pocas veces se encuentra), construir uno nuevo. La capacidad de traducir y expresar mensajes de una forma eficiente (apropiada, clara y fiel) y estilísticamente adecuada es su propio tipo de inteligencia: un cociente de inteligencia lingüística.